D054 Resolución para Abordar el Asunto de la Tasa de Mortalidad Materna de la Población Negra

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) informan de que cada año 50,000 mujeres sufren complicaciones del embarazo en Estados Unidos, pero que las mujeres negras tienen al menos tres veces más probabilidades de morir por causas relacionadas con el embarazo que las blancas. La tasa de mortalidad materna estimada en 2019 fue de 20.1 y en 2020 fue de 23.8 por cada 100,000 nacimientos, lo cual representa unas 861 muertes maternas. En el caso de las mujeres negras, esa tasa es de aproximadamente 55.3 por cada 100,000 nacidos vivos, lo que representa unas 1,800 muertes maternas, la tasa más alta entre todos los grupos raciales; se trata de una cifra que ha seguido aumentando en los últimos años. Aunque cada circunstancia de mortalidad o morbilidad es diferente, los principales factores causales asociados a la mortalidad y la morbilidad maternas en EE. UU. son los trastornos hipertensivos del embarazo, las embolias pulmonares trombóticas, las hemorragias, las infecciones, los trastornos cardiovasculares, las cardiomiopatías y los trastornos médicos no cardiovasculares. Aunque la predisposición a enfermedades subyacentes como la hipertensión, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes y la obesidad desempeña un papel en las disparidades raciales de las muertes en relación con el embarazo y otros resultados adversos, cuando estas enfermedades no están presentes, persisten las disparidades raciales.

Los estudios más recientes han demostrado que los factores sociales como la exposición histórica a traumas raciales, la discriminación y la marginación; las barreras sistémicas como el racismo sistemático y los prejuicios implícitos dentro del sistema de salud; la posibilidad de no tener seguro; el menor acceso a servicios de salud reproductiva y los factores socioeconómicos también contribuyen a las complicaciones del embarazo de las mujeres negras y deben tenerse en cuenta. Estos determinantes sociales de la salud demuestran que los resultados maternos deficientes de las personas de raza negra se deben a factores racistas arraigados en la atención de salud y afectan de forma desproporcionada a los grupos marginados. Sobre la base de la situación socioeconómica, la raza, la edad y otros factores identificativos, las disparidades de salud entre las personas de las comunidades que carecen de recursos y educación se agravan y siguen aumentando la brecha en el acceso a una atención de salud equitativa. Es preciso comprender la historia del racismo en la atención de salud para desmantelar el racismo institucionalizado en los sistemas de salud y crear políticas que protejan a las mujeres negras. Es imperativo hacer cambios sociales y sistémicos para reducir la morbimortalidad materna entre las personas negras. Por lo tanto, las marcadas diferencias en los resultados de salud reproductiva de las mujeres negras exigen que se preste más atención a las funciones interseccionales del racismo, la discriminación y otros determinantes sociales de la salud que influyen en el riesgo de enfermedades y mortalidad.

 

Una exploración de los factores que contribuyen a las disparidades raciales en la morbilidad y la mortalidad materna entre las mujeres negras de EE. UU. hace necesario un llamado a la salud pública, al sistema de salud y a los métodos de participación con la comunidad para lograr la equidad en los resultados de salud materna. Estos tipos de barreras podrían abordarse al enfocarse en los determinantes sociales subyacentes que alimentan las tasas de morbilidad y mortalidad materna negra y al incorporar modificaciones políticas y educativas al sistema de salud y a las industrias que lo abastecen. Las estrategias que se exponen a continuación reducirían en gran medida las disparidades raciales en la morbilidad y la mortalidad maternas.

1. Mejorar los planes de estudios y diversificar la fuerza laboral para abordar el sesgo implícito y mejorar la humildad cultural.

Hay pruebas fehacientes del impacto que el racismo estructural sigue teniendo en nuestro sector de atención médica. La diversificación de la fuerza laboral médica es imperativa para contribuir a resolver esta crisis. En la actualidad, aunque las personas negras constituyen el 13% de la población, solo representan el 5% de los médicos en activo. “Las médicas negras son aún menos, pues solo representan el 2% de los médicos en general”. Esto ilustra la importancia de una atención racialmente concordante y fomenta los esfuerzos para abordar los prejuicios implícitos y mejorar la humildad cultural dentro del personal de salud. Los profesionales de salud pueden utilizar recursos y herramientas clínicas para reconocer y abordar los prejuicios y los estigmas inconscientes en sí mismos y en sus consultas, con el fin de promover la concientización cultural y la equidad de la salud. Para remediar el sesgo implícito en toda la atención de salud materna, los hospitales y los sistemas de salud pueden capacitar a los proveedores de atención obstétrica y no obstétrica para que adquieran conocimientos y habilidades sobre humildad cultural, competencia cultural y atención centrada en la persona.

Las facultades de medicina y los programas de la profesión médica deberían incorporar la educación sobre los determinantes sociales de la salud y las disparidades de salud en sus planes de estudios para dotar a los estudiantes de una apreciación de la competencia cultural, ayudarles a identificar y abordar el sesgo racial en sí mismos y en la medicina, y aclarar cómo las disparidades de salud pueden afectar desfavorablemente tanto los resultados de los pacientes como los del sistema de salud.

 

2. Explorar el impacto de las exposiciones ambientales y laborales en la morbilidad y la mortalidad materna.

Es necesario explorar el impacto de las distintas exposiciones ambientales y laborales en la morbilidad y la mortalidad materna. Los estresantes psicosociales, como la brutalidad policíaca, pueden repercutir en la vida de las madres negras cuando estas soportan una vulnerabilidad racial de género con la responsabilidad adicional de enseñar a sus hijos a responder a la violencia policíaca en la “plática sobre la policía”. Estas responsabilidades que se derivan del racismo estructural pueden causar manifestaciones físicas de estrés y angustia psicológica, y se han asociado con síntomas depresivos entre las mujeres negras. Además, el encarcelamiento de algún miembro de la familia puede desempeñar un papel inmenso en afectar la vida de las mujeres negras, indígenas y de color, y tener importantes consideraciones de salud materna e infantil que incluyen el impacto adverso en la disponibilidad de apoyo adecuado durante el embarazo y el parto en las poblaciones de negros, indígenas y personas de color. También es importante examinar cómo el racismo estructural y la discriminación en el entorno laboral pueden tener un costo para las madres negras a través de manifestaciones como las microagresiones, el aumento de los traumas emocionales, la brecha salarial entre hombres y mujeres, la invisibilidad, los estereotipos negativos, el formulismo y el aislacionismo.

 

3. Abordar los determinantes sociales de la salud explorando el impacto del racismo estructural en los resultados de la salud materna.

También es necesario abordar los determinantes sociales de las disparidades raciales en la morbilidad y la mortalidad materna al explorar el impacto del racismo estructural en el acceso a factores como la atención médica de calidad (por ejemplo, el efecto del racismo estructural y los abusos históricos en las conductas de búsqueda de atención médica y la confianza en el sistema de salud), la educación, los ingresos, el empleo y la alimentación de calidad. El racismo estructural afecta a la salud a través de sus efectos pasados y presentes sobre la calidad y la igualdad de acceso a los principales determinantes sociales y medioambientales de la salud. Por ejemplo, las prácticas de delimitación discriminatoria conocidas como redlining impidieron que las comunidades de color adquirieran hipotecas residenciales y, en consecuencia, obtuvieran acceso a transporte público, supermercados y atención médica, lo cual contribuyó a la proliferación de la segregación residencial en Estados Unidos. En consecuencia, en comparación con la población blanca, en las comunidades estadounidenses asoladas por la segregación, las personas negras y otros grupos de minorías raciales y étnicas tienen más probabilidades de vivir en vecindarios con mayores niveles de pobreza, de tener un acceso reducido al empleo, el crédito, la vivienda, los recursos educativos, de transporte, nutricionales y de salud, y de vivir en entornos que inhiben la salud. El racismo sistémico también impide el acceso a servicios vitales de atención médica, como el acceso a los servicios de salud reproductiva y sexual. Por lo tanto, es necesario abordar estas barreras estructurales y reconocer su papel en los resultados de salud materna racialmente dispares.

 

4. Mejorar las políticas y los programas sociales.

A raíz de la decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos de anular el caso de Roe contra Wade (la decisión de Dobbs), las mujeres de color, las comunidades de bajos ingresos y otras poblaciones marginadas se verán desproporcionadamente afectadas por las barreras de acceso a la atención de salud. Esto puede provocar un aumento de la mortalidad materna e infantil y un impacto duradero en las mujeres y sus familias, especialmente en las poblaciones negras y rurales. Por ejemplo, un acceso reducido a los servicios reproductivos podría repercutir en los embarazos de alto riesgo. A nivel nacional, las mujeres negras tienen tres veces más probabilidades de morir por una causa relacionada con el embarazo que las blancas. Otra forma de abordar el racismo estructural en los resultados de nacimientos a través de la formulación de políticas es ampliar el acceso a la atención en términos de seguros de salud para incluir la cobertura de la atención no hospitalaria, la atención de doulas y las clases de trabajo de parto y parto. Los responsables políticos deben abordar los obstáculos a los servicios de doulas que incluyen el bajo reembolso para los clientes de Medicaid, los requisitos de certificación contradictorios y los trámites complicados. También debería haber una continuación de la expansión de Medicaid para las mujeres en el posparto que incluya a las que viven en estados sin expansión, ya que la atención posparto oportuna está vinculada a una morbilidad y mortalidad materna más bajas, en particular para las mujeres negras. Además, debería considerarse la posibilidad de ampliar la cobertura de la atención de salud conductual. Debería ampliarse el límite de cobertura posparto de Medicaid de 60 días (unos 2 meses) a por lo menos un año. Por otra parte, además de la necesidad de mejorar el acceso a los servicios de salud reproductiva, es imperativo abordar las brechas en el apoyo a la maternidad en EE. UU., incluidas las áreas de licencia familiar remunerada, ingresos para las mujeres y asequibilidad de los servicios de guardería.

 

Conclusiones:

Las muertes relacionadas con el embarazo son trágicas y en su mayoría evitables. Las marcadas disparidades raciales en los resultados adversos del embarazo en EE. UU. requieren una exploración más profunda del papel que juegan los determinantes sociales y de la forma en que el racismo estructural contribuye a un mayor riesgo de resultados obstétricos adversos entre las mujeres negras de EE. UU. Estos determinantes sociales incluyen, entre otros, el entorno de los vecindarios, como el acceso a alimentos saludables, la seguridad del vecindario, la vivienda, la contaminación del aire, las plagas y la exposición al moho; las exposiciones ambientales, incluidas las experiencias de racismo, discriminación, aculturación e inmigración; los factores relacionados con el estado socioeconómico, como los ingresos, la educación y la ocupación; las condiciones de la vivienda; el acceso y la calidad de la atención de salud. Además, los determinantes estructurales de la salud, como la esclavitud y el racismo estructural, influyen en los determinantes sociales de la mortalidad materna e infantil. La mejora de estas disparidades sociales determinantes también puede ser la respuesta para disminuir o eliminar las desalentadoras tasas de morbilidad y mortalidad maternas y puede conducir a mejores resultados de salud para las mujeres negras de EE. UU. Se necesitan estrategias para deshacer el legado de racismo que alimenta los resultados desfavorables del embarazo entre las mujeres negras de Estados Unidos. Entre las recomendaciones figuran abordar los prejuicios implícitos y mejorar la humildad cultural en el sector de salud, diversificar la fuerza laboral, incorporar los determinantes sociales de la salud y las disparidades de salud en los planes de estudios de las profesiones médica y de salud, explorar el impacto de las exposiciones ambientales y laborales en la morbilidad y la mortalidad materna, abordar el impacto del racismo estructural en los resultados de salud y mejorar las políticas y programas sociales.